La transformación digital NO es (solo) tecnológica. Realizar un proceso de transformación digital, en plena era de la digitalización de procesos empresariales, implica una inversión importante, tanto de dinero como de tiempo. Sacarle el mayor rendimiento posible y conseguir que se convierta en una herramienta viable para impulsar el negocio y mejorar su rentabilidad pasa por hacer una correcta gestión del cambio
En este sentido, las metodologías ágiles pueden ayudar a que la nueva forma de gestionar proyectos encuentre menos obstáculos y sea más efectiva, muchas de esas dificultades están relacionadas con las personas que forman parte de las empresas.
La transformación digital implica una gestión del cambio. Esto, a su vez, conlleva superar una serie de miedos y romper una serie de barreras, paradigmas, costumbres e inercias que todos los profesionales no están dispuestos a superar o no están preparados ni sensibilizados para ello.
Saber orientar a los empleados involucrados en cada paso de la puesta en marcha de la nueva tecnología y estimularlos para su aceptación es clave para lograr que todo el proceso de puesta en marcha se desarrolle de manera adecuada. Hay que tener en cuenta, además, que este tipo de implementaciones tecnológicas y su interiorización requieren de un período de tiempo largo. Si se quieren obtener buenos resultados, hay que evitar plantear una transformación digital como si fuera un simple cambio del software tradicional.
Por ello, en este contexto, la gestión del cambio tiene que ser diferente a como se hacía hasta ahora, requiere enfoques más rápidos y flexibles para la implementación en comparación con los programas tradicionales, así como la capacidad de ofrecer resultados a lo largo de la ejecución del programa. Esto es así porque en los proyectos digitales existe la necesidad de evaluar, mostrar y validar continuamente los resultados con los líderes.
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